No hay
un solo evento aislado bajo el cielo, es común que lo que no vemos no lo
consideramos y cuando alguien está haciendo algo al respecto nos des-entendemos,
aplicamos rápidamente la sabiduría popular de: “mucho ayuda el que no estorba“ .
También quizás coincida conmigo que el ruido del entorno fácilmente nos
lleva a utilizar nuestra energía,
vitalidad y recursos en mantener y fomentar círculos viciosos que ni tan siquiera reconocemos. Y si de pura
casualidad un día cualquiera consideramos entregarnos al servicio a los demás –que normalmente no
trae resultados inmediatos ni globales- la mente toma la batuta: “para que insistir en eso si no tiene arreglo, siempre ha sido así“;
y rápidamente volvemos al ruido, a la zona de confort, donde abundan las
palabras, el derroche de tiempo describiendo a los otros, y escasean las propuestas y las
acciones por mejorar -para la mayor cantidad de seres humanos- el mundo que disfrutamos que es el mismo que criticamos.
Hoy hay
una buena oportunidad para que el ruido del entorno no lo aleje de reconocerse
como un gladiador en pro de los círculos virtuosos que requieren los millones de
niños y niñas que hoy no juegan, no tienen techo, comida, vestimenta menos aún la
oportunidad de aprender a leer y escribir; porque el análisis de los informes
de la aplicación de los planes dice hoy: que lo que estamos
haciendo en América Latina y el Caribe no es suficiente para lograr las metas propuestas para el 2020.
Hoy más que nunca clamamos porque en este
tema considere cambiar su propio metro cuadrado preferiblemente hoy, no hasta en el 2020. Quizás a su lado hay un niño o una niña -sólo uno, sólo una a quien tenderle la mano puede cambiarle el camino/destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario