Por primera vez un grupo de congos en el bambú de Las Malqueridas nos acompañó en la labores de ayer; en poco más de 1 año ha
sido normal escucharlos cerca, pero nunca en la finca. Ahí estaban los pequeñines perdiendo el
miedo a pasar de una rama a otra, y al que se paralizaba le daban un
empujoncito. Lamentablemente las
fotos que tengo no son muy cerca, pues no hubo quién me diera un empujón cuando
decidí parar de hacer camino con mi machete por miedo a una serpiente.
Pero el
sentimiento es el mismo: si la mayoría de propietarios queman y eliminan el
bambú y de paso los árboles que ahora hay: ¿a dónde se irán todos los habitantes
de Bambuzal? ¿qué tan cruel haremos su migración si es que ésta se puede dar?
Como les he dicho intentaremos mantener un bosque pero no es suficiente, la
nueva ruralidad debe ser un tema de discusión a partir de la reflexión del
mundo que queremos, en Bambuzal ya se oye hablar de quintas de 1.000 m2, algunos días el canto de los pájaros es opacado por el potente equipo de sonido de un vecino ó cuando aceleran el cuadraciclo en la zona ya urbanizada con la que colindamos
¿¿???
Los comentarios son con todo respeto por cada ser vivo con el que convivimos y buscaremos proponer soluciones que beneficien a la mayoría de ellos. Por ahora solo pedirles, si es posible, que cuando adquieran propiedades se detengan un momento a buscar alternativa para los habitantes actuales.
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